PADRE JUAN ALONSO FERNANDEZ
Misionero del Sagrado Corazón (MSC)
Nació en Cuérigo, Asturias (España), el 29 de noviembre de 1933. Ordenado sacerdote el 11 de junio de 1960, llega a Guatemala en el mismo año de su ordenación. Fue asesinado el 15 de febrero de 1981, en el camino que conduce de San Miguel Uspantán al pueblo de Cunén, en un sitio conocido como la “Barranca”.
El Padre Juan Alonso optó voluntariamente por encargarse de la zona norte de la diócesis de Quiché que, desde el punto de vista de la persecución religiosa, era una de las zonas donde el irrespeto por la vida de catequistas, sacerdotes y en general, por los derechos humanos, era total. Una de sus frases era: “¡Yo por él me hice sacerdote, y si por él tengo que morir, aquí estoy!” Él, siempre optaba por los lugares donde el peligro era mayor, esto define en parte su talante de misionero y de hombre plenamente entregado a la Iglesia. Estaba preparado para afrontar cualquier dificultad y más si se trataba de servir a la Iglesia en momentos límites, como eran las circunstancias de aquel entonces en Quiché.
Hacía años, según consta en sus “retiros misioneros” que meditaba sobre textos bíblicos, muy concordes con las exigencias de su vocación y carisma de misionero del Sagrado Corazón: Jesús “vino a servir y a dar vida” (Mt. 20, 28); “Nadie me quita la vida: la doy yo voluntariamente” (Jn. 10, 18); “Conviene que él crezca y yo disminuya” (Jn. 3, 30); “No buscó su complacencia” (Rom. 15, 3); “¡Ay de mí, si no predico el Evangelio!” (1 Cor. 9, 16); “La palabra de Dios no está encadenada” (2 Tim. 2, 9).
El p. Juan estaba cada día más identificado con Cristo, a quien servía y amaba… en Cristo buscaba su identidad sacerdotal y misionera. Murió como un testigo de la fe, como pastor bueno que quiso impedir que los lobos acabaran con el rebaño… llevó su compromiso de su ser misionero como enviado y apóstol, hasta el final, hasta derramar su sangre.